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"Y por lo demás deja que la vida siga su curso. Créeme: la vida tendrá razón de cualquier modo."

Rainer Maria Rilke en Cartas a un joven poeta, 4 de noviembre de 1904.

Comencé a jugar al voleibol en 1991 cuando tenía 9 años. El año siguiente ya competía federada para el Club Ciudad de Buenos Aires (CCBA).

Durante mis seis años en "Ciudad" (como lo llamaba al club) jugué docenas de torneos de minivolley durante mis primeros 2 años y fui titular en el equipo U14 (Infantiles) ya a los 12 años.

Ganamos muchos torneos de minivolley y el Campeonato U14 (Infantiles) de la Federación Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires. Desde que tenía nueve años, mis entrenadores argentinos me enseñaron todas las habilidades de voleibol necesarias para ser una buena jugadora. Esas habilidades básicas terminé desarrollándolas más adelante, con otros entrenadores y en otros países.

Después de seis años jugando para CCBA, decidí que era hora de cambiar. Quería jugar con otros jugadores y aprender los métodos, ideas y técnicas de otros entrenadores. Esta fue la razón principal por la que, a los 16 años, me pasé a un nuevo equipo.

Mi nueva casa fue el Club Náutico Hacoaj (CNH), donde tuve el privilegio de jugar con algunas de las mejores jugadoras de nuestra liga en ese momento. Aprendí mucho de ellas y, como era la segunda levantadora de nuestro equipo principal, me invitaron a mi primera competencia internacional de voleibol, la que cambiaría mi vida para siempre.

En ese torneo, el Campeonato Sudamericano de Clubes, me pidieron que me uniera a los equipos pre-juveniles y juveniles de un club brasileño por un período de tres meses. Cuando terminó el torneo, regresé a la Argentina y después de hablar con mis padres sobre esta nueva oportunidad, decidimos que era una experiencia que seguramente me cambiaría la vida y que no podía desaprovechar. Entonces, a la edad de 17 años, me fui de casa y a jugar a una de las mejores ligas de voleibol juvenil del mundo. (Ver "3 meses en Brasil").

Cuando regresé de Brasil, descubrí que los dirigentes de mi club no estaban contentos con la decisión que había tomado y me suspendieron por una semana pero como yo no estaba de acuerdo con ellos y sostenía que la decisión que había tomado era correcta, decidí buscar un nuevo equipo.

El Club Atlético River Plate (CARP) se convirtió en mi nuevo club. Jugué para el equipo Juvenil y también me entrenaba con el equipo principal lo que me permitió seguir mejorando mucho ya que, una vez más, pude jugar con algunas de las mejores jugadoras del campeonato.

La siguiente temporada, el equipo obtuvo el segundo lugar en la Liga Nacional Argentina y el entrenador principal del equipo se fue. Me quedé igualmente y jugué un año más con ellos aprendiendo mucho más de la gran levantadora titular de ese momento. Sin embargo, sentí que quería comenzar a aplicar todo lo que había aprendido de todas estas grandes jugadores y entrenadores y, por lo tanto, decidí encontrar un club en el que pudiera ser levantadora titular y conseguir algo de experiencia en la cancha.

Mi nueva casa fue entonces el Club Atlético Vélez Sarsfield y jugaba de titular en el equipo juvenil y también en el equipo principal que participaba en la liga más importante, la División de Honor de Buenos Aires.

Cuando me pasé de club ya tenía en mente la idea de ir a Estados Unidos a jugar voleibol y estudiar. Esa fue una de las principales razones por las que quería estar en un equipo donde podría tener más tiempo de juego.

El 8 de agosto de 2001, me fui de Argentina hacia Fairfax, Virginia en EE.UU. para comenzar mi carrera en Ingeniería de Sistemas mientras jugaba voleibol en una escuela de la División I de la NCAA. (Ver "Mi carrera en los Estados Unidos").